Las orquestas sinfónicas en España preparan su regreso a los escenarios con un escenario incierto por la pandemia de coronavirus, en el que se plantean desde la distancia que tendrán que mantener los músicos al interpretar hasta si los instrumentos de viento podrían proyectar el virus.
«Estamos trabajando mucho en seguridad e higiene, estudiando y analizando las posibles medidas. Por ejemplo, estamos viendo cómo funciona un instrumento de viento, si puede proyectar el virus cuando el intérprete sopla, pero aún no tenemos conclusiones definitivas», ha señalado Ana Mateo, presidenta de la Asociación Española de Orquestas Sinfónicas (AEOS).
No obstante, Mateo reconoce que «todo apunta a que a pesar de la presión, el aire que sale por el instrumento no tiene tanta fuerza y va al suelo». Éste es solo uno de los ejemplos que las orquestas tendrán que analizar no solo para proteger a los intérpretes o cantantes, sino al público que acuda a sus conciertos.
La AEOS ha puesto en marcha junto con el Global Leaders Program –un programa educativo para emprendedores artísticos que lideran nueve universidades, entre ellas las de Harvard, Georgetown y Duke– y con la colaboración de la Fundación BBVA, una iniciativa global para analizar la situación en que se encuentra el sector en todo el mundo por la pandemia de coronavirus.
En el caso del retorno del público, Mateo ha insistido en la necesidad de hacer «mucho trabajo de comunicación y transparencia para quitar miedos y concienciar». No obstante, ha asumido que hasta que no se encuentre una vacuna o existe cierta inmunización, «el miedo va a tardar en irse».
«Lo que está claro es que todas empezaremos con formato pequeño y rotando plantillas. Con grupos de cámara. Y a partir de ahí, ir creciendo hasta llegar a la orquesta sinfónica en su totalidad. De momento sin público, por supuesto», ha adelantado.
Atendiendo a las medidas de desescalada anunciadas por el Gobierno, el futuro más inmediato de las orquestas sinfónicas se verá afectado con reducciones al aforo en los sitios habituales en que suelen interpretar, hasta un tercio o la mitad del aforo máximo.
Sin embargo, la preocupación se centra en la vuelta de las orquestas que suelen interpretar en foso, ya que «mantener las distancias en un escenario es muy difícil, pero en un foso es imposible». Además, habrá orquestas sin sala propia que dependerán de las medidas que tomen los auditorios en los que trabajan.
«Vamos a tardar en volver a ver una gran sinfonía con cientos de intérpretes en el escenario. Ojalá en otoño o en diciembre pudiéramos estar de vuelta en las salas con una gran sinfonía», ha adelantado la también gerente de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, quien se muestra en cualquier caso «positiva» respecto al futuro.
Por el momento, mientras las orquestas sinfónicas públicas tienen una «cierta serenidad» respecto al empleo, en el caso de las privadas ya hay dos que se encuentran en ERTE, debido a las cancelaciones de proyectos. «Al principio de la crisis, las cancelaciones o aplazamientos de conciertos nos suponían una ansiedad tremenda, ahora nos parecen algo normal», ha lamentado.
En este sentido, ha señalado cómo estas cancelaciones no han podido ser aplazamientos debido a la falta de margen con las fechas. «Incluso programaciones de un futuro cercano que se podrían salvar no se pueden recuperar porque incluyen a personas como solistas o directores que iban a viajar para colaborar con nosotros y que no pueden hacerlo», ha apuntado.
Conciertos cortos
Entre las soluciones a corto plazo, el concierto online es uno de los nuevos formatos que las orquestas sinfónicas se plantean para retomar su actividad, pero hay otras opciones. «Considerar la orquesta como un grupo más flexible, dividirla en satélites, o hacer conciertos más cortos pero más pases», ha explicado Mateo.
Además, la presidenta de AEOS considera que las televisiones públicas deben hacer un trabajo de difusión para «que la cultura llegue a más gente».